lunes, 4 de enero de 2010

Razón sin razón

En este mundo, en el que todos quieren tener la razón, acabaremos mal...

Si 2 personas, sentadas en un banco en un parque, no tienen por qué conocerse, ven a un niño que da una patada a un balón, cada persona dirá algo distinto y seguramente contrario, y ambas jurarían que su versión es la correcta.

Señor A: Pues el niño rubio ese, dio una patada con el pie izquierdo al balón y éste salió volando y rebotó en el suelo 3 veces...

Señor B: Pues el niño castaño ese, dio una patada con el pie derecho al balón y éste fue rodando por el suelo...


Luego, ambas personas dirán que que lo que dice el otro es incorrecto y que lo suyo es lo cierto, ante cualquier otra versión.


Esto se puede traducir a situaciones cotidianas de todos los días donde la gente ve cosas distintas cuando no lo hay.

Si las personas hablasen para ponerse de acuerdo, sin dar por sentado que su versión es la verdad absoluta, llegarían a la conclusión de que:

Primero: era una niña, no un niño.
Segundo: era pelirroja.


Hablando se entiende la gente, o eso dicen. Habría que ponerlo en práctica, ¿no?

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